
...y escribo
como el viento
como escribe el lamento
como escribe el que ama, a quien ya tiene amor
como escribe el sonámbulo que vuelve y nada tiene
como el que espera y sabe que la noche es ajena
como una mariposa perdida y que se quema
como escribe un insecto que se ahoga en la flor...
Me siento tentado a afirmar con el poeta Marín Sorescu que “podemos vivir sin pan, pero no sin poesía”.
Manuel Cortés Castañeda
Escritor y fundador de delitosmenores.com
Como mis padres emigraron a la selva amazónica siendo yo aún muy niño, siempre me he sentido hijo de la selva, -aunque ellos afirman que nací en Rivera, Huila. Allí soñé, sufrí y amé por primera vez. Los ríos*, animales, fantasmas, aparecidos, las tribus indígenas donde pasé algunas noches, y tantos atardeceres y amaneceres tan únicos, son la materia prima de mi sangre, mis frustraciones, mis primeros poemas, trazos, garabatos. Después como a todos nos toca, -aunque nos quedemos en el mismo escondite de siempre-, me marché y nunca regresé; solo, mucho tiempo después, como regresan los extraños: perdido, asustado, todavía mal herido, sin puerto. De Europa, pronto supe que no había nada para mí, solo un sabor amargo en el deseo y demasiado “polvo” para mi olfato. Ahora vivo en la ciudad de Lexington, Kentucky, USA. Aquí el amor volvió a posarme en mi ventana como unos de los tantos amaneceres de mi niñez. Tengo tres hijas, y soy profesor de lengua y literatura que es, quizás, lo único que puedo hacer. Me quedé porque, además del amor, a veces sueño y siento, que la reserva forestal, Daniel Boone, -aunque de forma diferente-, huele a la selva que me vio nacer.
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*El río hacha, especialmente, donde me bañaba y nadaba todos los días.
